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¿Estamos preparados para coexistir con colegas digitales?

¿Estamos preparados para coexistir con colegas digitales? Una reflexión sobre el futuro de la inteligencia artificial en el mundo del trabajo.

 

En la última década, la inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser una promesa futurista para convertirse en un agente activo de la transformación del mundo del trabajo. Hoy en día, los llamados agentes inteligentes comienzan a ejecutar tareas, tomar decisiones autónomas y aprender de sus acciones. Según McKinsey (2025), nos enfrentamos a una transición inminente hacia entornos de trabajo híbridos donde humanos y “trabajadores digitales” compartirán espacios y responsabilidades. 

Esta evolución plantea preguntas esenciales como ¿Seguirá la IA siendo una herramienta de productividad o se convertirá en un nuevo tipo de “colega”? ¿Cuáles son las implicaciones de los departamentos con cero empleados a tiempo completo donde solo operan agentes artificiales? 

El potencial de estos agentes inteligentes no se limita a la eficiencia y, por ejemplo, en contextos como la atención al cliente, la selección de personal o la formación online, los agentes pueden coordinar procesos, evaluar el rendimiento en tiempo real y ofrecer feedback personalizado. Este cambio promete aumentar la productividad y reducir los costos, pero también redefine el valor diferencial del trabajo de las personas. 

Un estudio del Fondo Monetario Internacional muestra que, en países como Brasil y el Reino Unido, los trabajadores jóvenes con títulos universitarios pueden pasar de ocupaciones de riesgo a puestos donde la IA complementa sus habilidades, mejorando sus ingresos (Cazzaniga et al., 2024). Sin embargo, los trabajadores sin educación superior, especialmente en los mercados emergentes, se enfrentan a transiciones descendentes y riesgos de precarización. ¿Cómo garantizamos que esta revolución tecnológica no profundice la desigualdad estructural? También surgen inevitables dilemas éticos y organizativos: ¿Quién es responsable de los errores de un agente autónomo? ¿Deberían existir “derechos” o límites para los agentes digitales en la toma de decisiones críticas? 

Este cambio no se trata simplemente de “empleos que desaparecen”, sino de complejas reorganizaciones del trabajo, con tareas que se integran y otras que nacen. Existe la necesidad de un marco en el que el aumento de las capacidades humanas, no su reemplazo, es el objetivo estratégico. Para lograrlo, es crucial mantener a las personas informadas, supervisando, capacitando y definiendo los propósitos del uso de la IA. Entonces, para que esta integración sea posible, las organizaciones necesitarán transformar no solo sus procesos, sino también sus culturas internas. Será necesario desarrollar nuevas competencias digitales, repensar los modelos de liderazgo y establecer marcos éticos y operativos que regulen la colaboración entre personas y sistemas autónomos. A nivel social, se requerirá una agenda pública que incluya la formación continua, la capacitación laboral y la alfabetización digital masiva para reducir las brechas en el acceso y la comprensión tecnológica. Preparar a la sociedad para este futuro inminente requiere un esfuerzo conjunto entre los sectores público, privado y académico para garantizar que esta transición no sea excluyente, sino que genere nuevas oportunidades. 

 

Referencias:

Cazzaniga, M., Pizzinelli, C., Rockall, E., & Mendes Tavares, M. (2024). Exposure to Artificial Intelligence and Occupational Mobility: A Cross-Country Analysis. 

McKinsey (2025). The future of work is agentic. https://www.mckinsey.com .  

Autor:

Aurora Sánchez Ortiz

Académica MBA UCN, Directora del Depto. de Administración y del Centro de Investigación Cigte UCN

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